04 enero 2011

CONFESIÓN DE UN CIGARRILLO


Hoy por la mañana, llegué muy pronto al trabajo por lo que decidí desayunar en la cafetería de al lado. Como no tenía periódico libre, cogí una revista a fin de echarle un vistazo mientras tomaba un café muy necesario. De repente, mientras oía cómo en la mesa de al lado le preguntaban a la camarera cómo llevaba la nueva ley contra el tabaco, encontré este artículo que me recuerda una conversación que tuve ayer de noche con unos buenos amigos y a la que aún a estas horas sigo dándole vueltas...
Aunque soy no fumadora, esta nueva ley me produce cierto sabor agridulce. ¿Nos tienen que prohibir todo en aras del bien común, porque no somos capaces de hacerlos sólos?
Aquí lo dejo, casi da miedo...

 
"CONFESIÓN DE UN CIGARRILLO
Soy pequeño, de figura fina y estilizada. Sé que luzco bien parecido, envuelto en una bonita prenda de papel blanco. Ocupo un lugar destacado en estantes y vidrieras, en elegantes cigarreras doradas. De día estoy en escritorios, de noche, en mesitas de luz. Periódicos y revistas me dedican varias páginas. La televisión me otorga minutos importantes de publicidad. Mi aroma invade el ambiente de salones y trenes.
Conocido es que, desde tiempos lejanos, he formado un imperio con hombres de todas las razas y credos, ricos y pobres, jóvenes y ancianos de ambos sexos. Yo establezco las leyes de este imperio. Mis súbditos o esclavos, como "cariñosamente" los llamo, deberán sacrificarse por mí cuando se lo pida, no importa cuánto les cueste. Como rey y amo que soy, yo les brindo placer, momentos de evasión y calma a sus ansiedades. A cambio deberán entregarme su corazón debilitado, sus pulmones congestionados, sus manos y dientes manchados; no pocos deberán estar dispuestos a soportar "insignificantes" dolores de cáncer. Pero...¿qué importancia puede tener un poco de sufrimiento al lado de la compañía que les ofrezco?
En los últimos años, algunos rebeldes han volcado su ira sobre mí, me han declarado la guerra. No sé qué extravagante filósofo les inculcó la idea de que yo soy un simple objeto y de que ellos, en cambio son seres humanos libres, capaces de elegir, de no crear dependencia con nada. Los sediciosos han ido aumentando, pero todavía tengo súbditos, dóciles, fieles, ingenuos, que seguirán entregando sus vidas por mí, y sometiéndose a mi entera voluntad.
Espero que usted, que lee esta confesión, no me abandone nunca, y recuerde: Yo le doy placer, usted me entrega solo su salud, su vida.

Esta es la ley de mi imperio."

1 comentario:

  1. Yo que tampoco soy fumador, estoy encantado, no tengo el sabor agrio, sólo dulce. Es un placer poder entrar en un café y poder charlar tranquilamente y no llegar a casa oliendo a tabaco. Para mi el tabaco no es sólo un tema de salud, es también un tema de higiene, de perfumes.

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