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09 octubre 2013

ESE INSTANTE DE FELICIDAD

Todavía no he leído el libro “Los mitos de la felicidad” de Sonja Lyubomirsky, que al parecer, arrasa en las librerías estadounidenses y sinceramente no sé si lo haré, ya que, paradójicamente, presiento que me va a hacer muy infeliz.
Esta psicóloga en su libro, explica varios estudios que hizo en los que, francamente, salimos bastante mal parados. 
Uno de ellos lo realizó con unos estudiantes. Pidió voluntarios a los que entregó unas marionetas pidiéndoles que interpretaran una pequeña obra de teatro para niños. Sonja les dijo por separado cómo lo habían hecho: a algunos les dijo que lo habían hecho muy bien, pero que el resto lo habían hecho aún mejor. A otros les dijo que lo habían hecho mal, pero que otros lo habían hecho aún peor. Resultado: Los segundos voluntarios fueron felices mientras que los primeros estaban abatidos pese haberlo hecho muy bien. 
No sé por qué me pillé el cabreo del siglo leyendo esto, si  es lo que vivimos y contra lo que me revelo a diario; es decir, somos más felices haciéndolo mal pero mejor que otros, que haciéndolo bien.
Otro estudio publicado en el Times, asegura que gastamos casi todo nuestro dinero en productos destinados a llamar la atención de los demás, con la consiguiente decepción cuando aún lográndolo, la felicidad no llega. También cometemos otro error frecuente comprando cosas en lugar de experiencias; lo que comúnmente llamamos vivir de cara a la galería -esto último no lo dice el Times, lo digo yo-.
La felicidad para mí es ese instante, ese momento que vives una vez y revives toda la vida, que te queda grabado en la retina y que, si consigues vivirlo en el momento en el que está sucediendo, es un torrente de sensaciones incomparables. 
De ahí que estos estudios me den entre rabia y pena; rabia porque podemos evitarlo y pena por los que viven en esa perpetua amargura. La verdadera felicidad debería alcanzarse por lo que uno consiga por sí mismo sin necesidad de añadirle lo que hagan los demás. Así pienso yo, en esa dirección encamino la mayor parte de mi esfuerzo diario y aunque me consta que no es fácil y como estoy segura de que en todos los días existe al menos un pequeño instante de felicidad, un motivo para sonreír, no dejo que pase uno solo sin haberlo encontrado.
Todos tenemos mil y una razones y circunstancias para quejarnos, que no nos dejan dormir, pero en nosotros también está escondida la felicidad, ese momento por el que merece la pena levantarnos de nuevo tras la caída, ese instante que deseamos volver a vivir.
De la que escribo este post, vienen a mi mente un montón de situaciones en las que está escondida mi felicidad:
  • Levantarme con mis hijos por la mañana e ir a trabajar = desayunar con ellos, peinar a mi chiquitina y desearles buen día, feliz de que su padre tenga tiempo para llevarlos al cole;
  • Menos sueldo por reducciones de jornada = disponer de tiempo para ir a buscarlos al cole, pasar la tarde con ellos, merendar, jugar y cenar juntos;
  • Hay que acostarse antes por el cole = tengo a mi mitad para mí solita, cenamos juntos contándonos el día y dándole una vuelta al mundo, preparando el finde, la semana, más tiempo para el blog, para nosotros;
  • Mi mitad ha encontrado un trabajo no de lo que estudió pero sí de uno de sus hobbies = recuperamos las risas en casa y trabaja en algo que le gusta mucho; 
  • Fin de semana deportivo de mi mitad = aprovecho para escuciplar a lo grande = además, fin de semana de chicas arreglando el mundo = cuando llega me echó de menos y me agradece en nombre de todos los bizcochos, tortillas = instante de felicidad, no merezco tanto, muchas gracias;
  • Salidas nocturnas = desayunos matinales leyendo el periódico con los peques en “modo” tradicional, esto es: corriendo, saltando, jugando al escondite, etc.;
  • Llega el invierno = disfrutar de nuestra casa con buenos amigos, ahorramos;
  • Llega el verano = toca gastar lo ahorrado en invierno pero sin pasarse, así que no salimos de Gijón que por cierto, es precioso en verano. Terracitas, sidra, cañas, playa, piscina y algún evento cultural, nada de horarios, nada de móvil.
Quizá mi medida de la felicidad está obsoleta, pertenece a otro siglo o simplemente es errónea pero a mí me hace muy muy feliz… y eso que me llevo por delante.

Y vosotros: ¿Dónde está escondida vuestra felicidad?.

"CAPRICHO DE DIOSES... en esta época que nos ha tocado vivir, donde todo son prisas y agobios, estirar para llegar a fin de mes y volver a empezar el día 1, es importante recordar que en la mayor parte de los casos, lo que más feliz me hace ocupa escasamente un metro cuadrado... mi gente."

4 comentarios:

  1. Me ha encantado tu post. Estoy de acuerdo con lo que cuentas del libro. Para mi la felicidad completa no existe, siempre faltará algo. Lo que existen son momentos felices y son en ellos en los que tenemos que pensar. Sacarle el lado bueno a todo para vivir esos momentos con felicidad. Un besiño.

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  2. Eso es lo que se llama ser positiva. Si lo consigues de verdad, enhorabuena, yo lo intento pero no siempre tengo suerte. Besos

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  3. Que bonita entrada, y estoy de acuerdo contigo en un montón de cosas, compartimos opiniones. Mis hijas y mi marido, todos juntitos, lo mejor del mundo.

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